Francisco Allaime Núñez tiene nueve años, y cada mañana viaja a caballo 10 kilómetros para ir a la escuela desde su casa en la Reserva de Biosfera de Ñacuñán.
La palabra aventura significa etimológicamente "lo que vendrá", del latín ad venire, y esa expectativa es la que motiva al pequeño Francisco a levantarse, ensillar su yegua y salir para la escuela, feliz por la expectativa de que le deparará cada mañana: viaja a caballo 10 kilómetros que separan su hogar de la escuela, ese lugar donde están sus amigos y los docentes que lo incentivan y hacen su vida feliz.
Viendo la vida de este pequeño de 9 años llamado Francisco Allaime Núñez, que vive en la reserva de Ñacuñán, Santa Rosa, cualquiera puede imaginar una vida de sufrimiento, esfuerzo inaudito y hasta resentimiento por vivir en medio del campo. Sin embargo esta es una mirada etnocentrista y sesgada, ya que para Fran, como lo llaman en su entorno, su vida es un juego y aprendizaje constante, rodeado de la agreste naturaleza que ama. ¿A quien no le gustaría salir a caballo cada mañana para ir a la escuela, munido de unas boleadoras para cazar, y acompañado de "su fiel corcel", la yegua tordilla que responde al nombre auspicioso de Carnavalera. Una vida de aventuras, como si se tratara de una novela de Julio Verne.
Francisco vive con sus padres, Silvana y Gonzalo, y su hermana Martina, que egresó el año pasado de la misma escuela donde va él, la escuela albergue Nuestra Señora del Carmen de Cuyo, y ahora va a la secundaria a la Osvaldo Pinto de Las Catitas. La familia vive en el puesto El Zanjón, dentro de la estancia Don Doménico, en la Reserva de Biósfera de Ñancuñan , y tienen todo lo necesario para ser felices. La Reserva es la primera área protegida de la Provincia de Mendoza (1961), y desde 1986 pertenece al Programa MAB “El Hombre y la Biósfera” de la UNESCO.
Lo que impulsa a Fran a ir feliz a la escuela, además del afán de sociabilizar y aprender, es la motivación que recibe de los docentes, y que le abren un universo de cosas para descubrir y transitar, como la música, ya que el niño ama cantar, recitar, y tocar la guitarra, pasión que comparte con su padre, con el que están aprendiendo a manejar este instrumento por internet.
La mirada de su maestra
Quien bien conoce la vida e idiosincrasia del niño y su familia es la directora de la escuela donde concurre Francisco, Mariela Ponce, que las expone así: "Francisco es alumno de nuestra escuela en nivel inicial. El comenzó desde la Salita de 4 y actualmente va a 4° grado. Francisco se ha hecho famoso con todo lo que ha salido en las redes sociales", dice orgullosa la docente, que aclara un factor fundamental: "Él es un niño feliz, eso quiero que quede claro. Disfruta venir a la escuela no lo hace enojado. Es más, al principio de año su mamá solicitó el albergue, pero con la pandemia prefiere venir todos los días a caballo", detalló la docente, que agregó que cuando hay clima, Francisco se queda a dormir en el establecimiento.
Respecto a la mencionada al principio "aventura de ir a la escuela diariamente, la profesora Ponce señaló: "Disfruta de llegar cada día a caballo y contarnos de lo que hizo en el camino, qué animal se le cruzó, y hasta trae unas boleadoras "por si le cruza algo", demostrando el instinto de cazador que ayuda a la supervivencia en su entorno.
"Para concluir, la señorita Mariela destacó que "a Francisco le encanta cantar, está aprendiendo a tocar la guitarra junto con su papá, a través de internet. Mucho tiene que ver el profesor (de música) Nicolás Bermejo, que lo incentiva siempre a que cante", expresó.
En una nota realizada por Silvia Santos para el noticiero de El Siete, la periodista tuvo la impronta de buscar la forma de que Francisco pueda tener una guitarra, la que compartiría con su padre, ya que no poseen, y supo que este próximo miércoles (7/7) es el décimo cumpleaños del niño, por lo que tiró la idea de invitar a alguien a que se la regale (o done) para que Fran celebre de la mejor manera el día de su nacimiento y le agregue al bello lugar en que vive, además de la gran variedad de animales, los colores de la flora desértica, la música, para completar un pequeño paraíso.
Fuente: Diario Uno