Foto: Mariana Villa/Diario Los Andes
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Se trata del merendero "Madres Unidas", ubicado en el distrito de Alto Salvador. Dos de las mamás voluntarias perdieron a sus hijos en un accidente. El grupo dejó de cocinar por un tiempo y desean retomar, para ello, necesitan donaciones.

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Después de sortear etapas muy dolorosas y otras felices, el Merendero Madres Unidas, que funciona en el patio de una vivienda de Alto Salvador, en San Martín, atraviesa hoy una situación muy especial y necesita de la solidaridad de los mendocinos.

Las hermanas Edith y María Luisa Arce, voluntarias del lugar, acaban de perder a sus hijos Néstor David, de 20 años (hijo de la primera de ellas) y Néstor Emmanuel, de 26, hijo de “Mary”.

El drama no terminó allí, porque a las pocas horas Edith sufrió un Accidente Cerebro Vascular (ACV), quedó paralizada en su lado izquierdo y necesita rehabilitación y cuidados especiales.

La situación motivó que el lugar dejara de funcionar un tiempo, comentó Natalia Arce, hermanas de las mujeres afectadas y fundadora del lugar que brinda alimento a 120 chicos del sector.

Creado en medio de la miseria que dejó la cuarentena, el comedor funcionaba gracias a la voluntad de un grupo de siete mamás de la zona que elaboran viandas gracias a donaciones.

Pusieron el hombro en medio de temperaturas extremas, ya que no tienen techo propio y cocinaron todo el invierno pasado a la vera de una acequia, a la intemperie.

Hasta ahora no han podido lograr levantar una construcción para albergar a los numerosos niños, ancianos y embarazadas que reciben su alimento.

Incluso un fuerte viento zonda derribó un precario tinglado que habían construido para guarecerse. Esta situación llegó a oídos de Graciela López, que trabaja para la organización Gaucha Argentina Love of Humanity, una mujer solidaria que reside en Canadá y que colaboró en numerosas ocasiones con la causa.

Fue una alegría y una brisa de aire fresco en medio de tanta adversidad.

Sin embargo, hace unos días la tragedia azotó a dos de las mamás cocineras cuando sus hijos, que eran primos, fallecieron tras un accidente cuando la moto en la que se desplazaban impactó contra un árbol. El hecho, que tuvo gran repercusión pública, ocurrió en el carril Cereceto.

“La tragedia nos dejó devastados a todos y el comedor dejó de funcionar. Retomar las actividades no está costando muchísimo, la gente no tiene dinero y dependemos de donaciones”, sostuvo Natalia Arce, que comenzó a pedir ayuda a través de los medios de comunicación.

“Somos menos mujeres retomando la tarea y hay muchísimas necesidades. Pedimos a la gente que nos ayude con lo que pueda”, dijo.

Natalia recordó los inicios del comedor, que se creó a pulmón gracias a muchas manos solidarias.

Comenzaron de a poco levantando un habitáculo de caña y nylon que se lo llevó un ventarrón. Corría diciembre de 2019 y, lejos de desalentarse, las mamás redoblaron la apuesta y continuaron trabajando a la intemperie.

Pero llegó la pandemia, la pobreza aumentó y el riguroso invierno mendocino no daba tregua.

“Nos ubicamos en un rincón donde daba el sol, a la vera de una acequia y en el patio de alguna de nosotras. Jamás suspendimos la tarea más allá de las heladas”, comentó Natalia.

En aquella oportunidad, al igual que ahora, el grupo pide ayuda porque las donaciones no alcanzan y el hambre sigue existiendo en esta zona carenciada de la provincia.

“Funcionamos gracias a particulares solidarios, gente que nos dio una mano en los momentos más difíciles, pero nada alcanza. Todo aquel que pueda colaborar con alimentos será bienvenido y sigue siendo nuestro sueño poder levantar una construcción para contener a la gente en los veranos y en los fríos inviernos”, explicó la mujer.

Las mujeres han hecho rifas, roperos comunitarios y bingos. Poco después, durante la Navidad pasada, se comunicó con Natalia Graciela López, desde Canadá, y ayudó con muchos recursos y un inolvidable festejo de fin de año donde no faltó nada, incluso hubo animación.

Las heroínas de esta iniciativa son, además de Natalia, Keyla, María Luisa y Edith Arce (todas familiares); Janet Correa, Johana Cubillo y Estela Cruceño.

“Estamos atravesando la situación más difícil desde que iniciamos esta cruzada, la pobreza es tremenda, pero mucho peor la muerte de un hijo y la enfermedad”, reflexionó.

Natalia confía en la providencia y no baja los brazos.

“Por nosotras, por Edith que nos necesita y por la memoria de los hijos fallecidos”, concluyó.

¿Qué necesitan?

Carne, leche, verduras, frutas, alimentos no perecederos, condimentos, materiales para la construcción, calzado y ropa. También pañales para adultos y toallitas húmedas, además de elementos de higiene personal, para Edith Arce, una de las mamás que perdió a su hijo y sufrió un ACV.

Dónde funciona

En un terreno de calle Barrera s/n, Alto Salvador, San Martín

Cómo contactarse

Teléfono: 2634531732