Genaro Pantaleon Lucero fue declarado culpable por un jurado popular. Había manifestado que el tiro fue "accidental" y que robó para comer.
La autoría no estaba en discusión en el juicio contra Genaro Pantaleón Lucero por el asesinato en un asalto de la verdulera Carina Rodríguez, ocurrido a fines de 2019 en San Martín. El acusado había confesado durante la instrucción y ratificó sus dichos este miércoles, antes del veredicto del jurado.
Pese a que sostuvo que se trató de un disparo accidental y, entre lágrimas, aseguró que estaba arrepentido, los doce ciudadanos que integran el tribunal popular se inclinaron por la hipótesis de la Fiscalía: lo hallaron culpable por el delito de homicidio criminis causa.
Con esa calificación, el jurado entendió que Lucero le quitó la vida a la víctima con el objetivo de lograr la impunidad en el asalto y la jueza técnica María Victoria Franano lo condenó a prisión perpetua.
El confeso matador no logró esquivar la pena máxima, tal como se lo había propuesto el defensor Pedro Sosa, quien sostenía que su cliente debía ser sentenciado por el delito de homicidio en ocasión de robo, que prevé penas de 15 a 33 años de encierro.
Básicamente, el representante legal de Lucero sostenía que "no se dan los presupuestos que exige la ley penal para considerar que es un homicidio criminis causa", ya que, de acuerdo con su versión, no hubo intención de asesinar a Rodríguez.
Para el jurado fueron convincentes los argumentos de los fiscales Oscar Sívori y Martín Scattareggi, al frente de la pesquisa, quienes se apoyaron en una serie de pruebas para demostrar que hubo intencionalidad de matar por parte del acusado.
De los diferentes peritajes surgió que la mujer fue ultimada a corta distancia (70 centímetros) y que las características de la mecánica del disparo y la trayectoria que realizó no coincidían con la de una situación accidental, como afirmaba el imputado.
También destacó la declaración en cámara Gesell de la hija de la víctima, que tenía 12 años al momento del hecho. La adolescente relató que su madre le rogó al homicida: "Llevate todo, pero no me hagas nada", después que gritó "no, no" y finalmente escuchó la detonación.
Con el fallo, se terminó de condenar a la banda que perpetró el asalto letal. El mes pasado, habían sido sentenciados por homicidio en ocasión de robo otros tres acusados, entre los que se encontraba un hijo de Lucero.
Fue durante un juicio abreviado, en el que los sujetos reconocieron la autoría y recibieron diferentes penas: a Genaro Nicolás Lucero (25) le dieron 15 años de encierro y a David Fabián Bravo Chaile (38) y Gonzalo Oscar Bravo Corso (26), 13 años y 5 meses de prisión.
El crimen
El caso ocurrió alrededor de las 16 del jueves 21 de noviembre, cuando tres malvivientes (Lucero, su hijo y Bravo Chaile) irrumpieron en la verdulería Nico, ubicada en avenida Lima y calle Soler, a metros del centro sanmartiniano.
Allí, se encontraba Rodríguez, la propietaria, acompañada por su hija, que estaba durmiendo en una cama, al fondo del local.
A cara descubierta los maleantes amenazaron con un arma de fuego a la mujer y le exigieron el dinero de la recaudación.
Debido a que en la caja registradora sólo había unos pocos billetes, sustrajeron una balanza, un parlante y tres botellas de vino.
Acto seguido, cargaron el botín a un Peugeot 307 gris, en donde esperaba al volante un cuarto integrante de la banda (Bravo Corso).
Sin embargo, cuando estaban por retirarse, Lucero le apuntó a la cabeza con su revólver calibre 38 y le disparó, quitándole la vida prácticamente en el acto.
Tras el hecho de sangre, un importante operativo se desplegó por el departamento esteño y los rastrillajes permitieron encontrar el Peugeot de los autores en el interior del barrio Villa del Carmen.
En un domicilio de ese mismo complejo, se realizó un allanamiento en el que fueron aprehendidos Lucero Videla, su hijo y Bravo Chaile.
Casi dos semanas más tarde, Bravo Corso fue atrapado cuando esperaba un colectivo en una parada, frente al Hospital Perrupato.