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La Migraña es una enfermedad subestimada que afecta al 10% de la población adulta argentina.


Su impacto en la calidad de vida la convierte en una de las enfermedades más discapacitantes en personas menores de 60 años. Afecta a 1 de cada 7 personas en todo el mundo, es más frecuente en mujeres y se estima que el 2% la padece de forma crónica.

La migraña es una enfermedad neurológica que se manifiesta principalmente entre los 35 y los 45 años de edad, es 3 veces más frecuente en mujeres y afecta a 1 de cada 7 personas en todo el mundo1. 
Se caracteriza por la presencia de una cefalea con intensidad moderada o severa, es pulsátil (genera la sensación de que la cabeza late) y se siente generalmente en un solo lado de la cabeza, puede durar algunas horas o hasta 2 o 3 días si no se trata. Generalmente suelen aparecer otros síntomas como náuseas, vómitos, sensibilidad a la luz y al sonido. 

“La migraña es una patología benigna pero con severas implicancias en la calidad de vida de las personas. Su intensidad puede variar, así como también la frecuencia, pero generalmente lo que la diferencia de otro tipo de cefaleas (dolor de cabeza) es que afecta las actividades de la vida diaria de quien la padece”, aseguró la Dra. Marina Sanchez Abraham, médica especialista en neurología de la provincia de Mendoza, MP 12794.

Su fuerte impacto en la calidad de vida la convierte en una de las enfermedades más discapacitantes en personas menores de 60 años4. “Actualmente la migraña es una patología subdiagnosticada debido a la falta de información en la población. Es un tipo de dolor de cabeza difícil de tratar, por ello la importancia de informar a la población y aconsejar la visita neurológica temprana”, comentó el Dr. Carlos Sánchez Herrera, MP 10767.

El 57,4% de las personas que sufren este tipo de migraña pierde, al menos, 5 días de trabajo o escuela durante tres meses; el 85% tiene una reducción significativa en la participación de encuentros sociales y familiares5, el 56,6% tiene depresión y el 48,4% algún trastorno de ansiedad generalizada. 

“Uno de los grandes problemas con el paciente que sufre de migraña es que no hay una manifestación visible del dolor entonces suele subestimarse tanto por amigos, familiares o empleadores y no se entiende la magnitud o cómo un dolor puede ser tan severo que la persona interrumpe su actividad o tiene que faltar al trabajo o perderse compromisos sociales por una crisis de dolor. Se los suele minimizar diciendo que es sólo un dolor de cabeza, sin embargo la migraña es una de las causas más frecuentes de ausentismo laboral en mujeres, y se lo puede considerar, cuando es un dolor crónico, como un trastorno discapacitante” informó el Dr. Andrés Barboza, Jefe de Servicio de Neurología del Hospital Central de Mendoza, MP 7286. 

La duración y frecuencia de la migraña puede variar dependiendo de cada persona, puede ser episódica (de 4 a 15 episodios en el mes) o crónica (dolor de cabeza intenso, muchas veces pulsátil, por más de 15 días en un mes, con una duración mayor a las cuatro horas por episodio y con una persistencia mayor a los tres meses). Se estima que el 2% de la población mundial padece de migraña crónica.

 “Los pacientes pueden presentar náuseas, vómitos, molestia a la luz, a los ruidos y por sobre todo mucho dolor de cabeza, lo que deriva en una disminución del rendimiento diario y en aislamiento social.”, enfatizó la Dra. Marina Sanchez Abraham.

Con el objetivo de concientizar a la población sobre esta patología incapacitante, sensibilizar sobre el dolor que miles de personas en todo el mundo padecen y aunar esfuerzos para mejorar su calidad de vida, cada 12 de septiembre se conmemora el Día Internacional de Acción contra la Migraña.  En este mismo mes, la Sociedad Internacional de Cefaleas (IHS, por sus siglas en inglés), organiza la primera Conferencia Regional sobre Cefalea, que se llevará a cabo en Buenos Aires, con el objetivo de que neurólogos e investigadores de la región de América Latina se reúnan para discutir los últimos avances de la medicina y la ciencia del dolor de cabeza con líderes de opinión internacionales. Se trata de un evento de enorme envergadura que contará con la presencia de destacados expositores de las Universidades de Harvard, Copenhague, Barcelona, Roma y el King’s College de Londres, entre otros. 

La importancia del registro

Cuando una persona es diagnosticada con migraña es fundamental llevar un registro o lo que se conoce como “Diario de cefaleas” (existen diversas aplicaciones que pueden ser de ayuda) que le permitirá identificar posibles desencadenantes que favorecen su aparición. Entre ellos podemos mencionar: 
Situaciones de estrés y ansiedad.

Estímulos sensitivos (luces brillantes, sonidos altos o ruidos, ciertos olores).Cambios hormonales como los que se producen durante el ciclo menstrual, el embarazo, la menopausia.Cambios en los patrones regulares del sueño (dormir mucho o poco).El consumo de cafeína, bebidas alcohólicas, tabaco.Ciertos alimentos como el chocolate, los enlatados, los embutidos, quesos duros o alimentos muy salados y procesados.Aditivos alimentarios: como algunos edulcorantes (aspartamo) y conservantes (glutamato monosódico).Ayuno prolongado.Algunos medicamentos: anticonceptivos o vasodilatadores. El uso excesivo de analgésicos puede generar un efecto contrario. Cambios climáticos (mayor temperatura, humedad, cambios repentinos en la presión o la altitud. Incluso muchas personas son sensibles al cambio de uso horario de verano o viajes a través de zonas horarias).

“Un diario de cefalea puede ayudarnos a evaluar la efectividad del fármaco elegido y además le servirá al paciente para reconocer los factores desencadenantes ya que los mismos están presentes entre el 76-95% de ellos. Algunos factores desencadenantes son: estrés, cambios hormonales, comidas, perturbaciones del sueño, perfumes, luces, alcohol, entre otras”, explicó el Dr. Sánchez Herrera.

Si bien la migraña es una enfermedad que no tiene cura, es controlable, y existen distintas alternativas, terapéuticas y focalizadas en cambios de hábitos, que permiten un alivio de los síntomas, la prevención de nuevas crisis y por consiguiente una mejora de la calidad de vida de los pacientes. Los tratamientos tienen como objetivo reducir la frecuencia e intensidad de la misma. “Además es muy importante prestar atención a las recomendaciones no farmacológicas como: aprender un buen patrón de sueño, ingesta de líquidos, actividad física con regularidad, manejo de técnicas antiestrés, incorporar comidas saludables y evitar algunos precipitadores alimentarios conocidos como el alcohol, el chocolate, los picantes, entre otros”, concluyó la Dra. Marina Sánchez Abraham.