
El testimonio de Iris, la celadora de la escuela de Mendoza donde una adolescente de 14 años se atrincheró con un arma, ha conmovido a la nación. Con valentía y empatía, Iris defendió a la joven, afirmando con contundencia: “La nena no es culpable”. Su declaración, recogida por Telenoche, va más allá de un simple relato de los hechos; es un llamado a la sociedad para reflexionar sobre la crisis que enfrentan nuestros jóvenes.

El testimonio de la celadora, quien estuvo presente durante las seis horas de la situación de alta tensión, revela que la adolescente nunca tuvo la intención de herir a nadie. La joven se apuntó a sí misma, un acto desgarrador que, según Iris, fue un claro “pedido de ayuda”. Esta perspectiva cambia radicalmente el enfoque del suceso, pasando de un acto de violencia a un grito de auxilio desesperado. Es fundamental que la sociedad responda a este llamado con compasión y no con juicios apresurados. La celadora, en un acto de empatía admirable, nos invita a ponernos en el lugar de la adolescente, afirmando que podría ser "nuestra hija, nieta o sobrina".
El incidente no solo puso en riesgo la vida de los estudiantes, sino que también evidenció la necesidad de una profunda revisión del sistema educativo y la forma en que abordamos la salud mental de los jóvenes. La celadora concluyó su testimonio con una importante reflexión: "Hay que ver qué está pasando en las escuelas, en la contención y en la educación". Su declaración nos obliga a ir más allá del sensacionalismo y a enfrentar la dolorosa realidad de que muchos de nuestros jóvenes están lidiando con problemas que los llevan a situaciones límite. En lugar de culpar a la víctima, debemos preguntarnos qué estamos haciendo como sociedad para prevenir este tipo de tragedias y brindar el apoyo que nuestros jóvenes necesitan.
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