El vino argentino está incluido como alimento dentro de la Guía Alimentaria Argentina que elabora cada año el Ministerio de Salud de la Nación. Contradicciones en el Gobierno nacional respecto al concepto del vino como bebida insalubre.
Es decir, el argumento esgrimido el martes para gravar al vino con el impuesto interno, por ser "no saludable", entra en contradicción con la propia política asumida por el Gobierno que considera al vino un alimento, y recomienda su consumo con moderación por los beneficios cardiovasculares que ofrece.
Así quedó consignado en la última publicación de la Guía Alimentaria realizada en abril del año pasado, donde se lo incluye. En la elaboración de dichas guías participan el Ministerio de Salud de la Nación y decenas de instituciones médicas, organizaciones de profesionales de la salud y universidades, entre ellas la Universidad Juan Agustín Maza.
La decana de la Facultad de Nutrición de esa universidad de Mendoza, Cecilia Llaver, sostuvo que "desde el 2001 el vino es incluido en las guías alimentarias argentinas, porque está probado que los polifenoles del vino tienen propiedades antioxidantes y son protectores cardíacos. Allí se recomienda a los hombres la toma de hasta dos copas por día, y a las mujeres, de una", precisó.
Pero todos estos argumentos no fueron tenidos en cuenta esta semana, porque en el informe del Ministerio de Hacienda que presentó Nicolás Dujovne se incluye al vino (en la página 23 del documento) dentro de las bebidas no saludables, compartiendo la lista con el whisky, el cogñac, las bebidas azucaradas y los cigarrillos. Allí se hace incapié que se eleva de 0% a 17% la alícuota del impuesto interno por considerarlo una bebida perjudicial para la salud.
No obstante, bajo el mismo argumento, se le concede el beneficio de tasa 0 en el pago de este impuesto a las gaseosas light o dietéticas.
La decisión del Gobierno también entra en contradicción con el espíritu que se buscó con la sanción de la ley que posiciona al vino como Bebida Nacional.
La sanción de esa norma significó un importante espaldarazo político para la industria vitivinícola. Fue sancionada durante el gobierno de Cristina Kirchner, en agosto de 2013, y llevó la firma del diputado radical nacional por Mendoza Luis Borsani.
La sanción de dicha norma garantizaba el acceso a la difusión de las características culturales que implica la producción, elaboración y consumo de vino argentino y sus tradiciones, permite la promoción de la imagen e isologo del vino argentino en todo tipo de eventos oficiales en el país y en el exterior, permite la promoción del desarrollo de las economías regionales a partir de acciones relacionadas con actividades de servicios vinculadas con el sector vitivinícola y garantiza la presencia del vino argentino en eventos oficiales del cuerpo diplomático y consular.
El propio Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina y vicepresidente de Coviar (Corporación Vitivínícola Argentina), también precisó la contradicción en la que cae el Gobierno al considerar al vino un producto perjudicial para la salud. "Por un lado se ha trabajado para colocar la vino como un producto insignia de la Argentina en el mundo, y por el otro se lo considera perjudicial para la salud. Es una gravísima contradicción", señaló el dirigente vitivinícola.
La decana de la Facultad de Enología de la Universidad Juan Agustín Maza, Amalia Salafia, también opinó sobre el tema: "El vino es parte de nuestra cultura, es un producto básico de la identidad argentina, tiene propiedades nutricionales comprobadas, e integra la canasta básica familiar de distintos grupos culturales, sociales y económicos del país. La sanción de la ley que lo considera Bebida Nacional fue muy importante para posicionar al vino. Es el embajador cultural más representativo del país", refirió la especialista, que también es presidenta de la Asociación Sudamericana de Juristas de la Vid y el Vino.