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A partir de las 00 del 20 de marzo del 2020 entró en vigencia la medida del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Lo que esperara el país luego de tres olas de Covid-19.

El 19 de marzo de 2020 el presidente Alberto Fernández anunció el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por la pandemia del coronavirus, que había sido designada así por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ocho días antes.

"Por el decreto, todos los argentinos y todas las argentinas, deberán someterse al aislamiento social preventivo y obligatorio. Esto quiere decir que a partir de este momento nadie debe salir de sus residencias, todos deben quedarse en sus casas", indicó el mandatario en su discurso transmitido por cadena nacional.

La medida que entró en vigencia a partir de las 0 de ese día, es decir, al comienzo del 20 de marzo, se iba a extender, según lo anunció el presidente hasta el 31 de marzo, pero esa fecha se extendió hasta el 10 de abril, día en el que se volvió a extender hasta el 26 de abril.

A partir del 20 de marzo se suspendieron las clases presenciales de todos los niveles y los espectáculos deportivos y culturales en todo el país, y las calles quedaron vacías. A esa altura en el país se habían registrado un total de 128 casos positivos de coronavirus.

El 25 de abril, el Presidente anunció una nueva extensión del ASPO, pero está vez para conglomerados de más de 500.000 personas.

El 4 de junio estableció que 18 provincias habían finalizado la cuarentena y estaban bajo un régimen de "distanciamiento" con protocolos sanitarios, lo que implicaba reapertura de actividades.

El 9 de julio, y en pleno pico de contagios y luego de que el expresidente Mauricio Macri afirmara que el Gobierno nacional intentaba "avanzar sobre las libertades" de los argentinos, miles de personas se manifestaron y realizaron "banderazos" y "bocinazos".

El 9 de noviembre se estableció el DISPO (Distanciamiento Social Obligatorio) para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por el que las personas empezaron a circular dentro de la ciudad en la que residían y trabajaban, siempre y cuando guardaran 2 metros de distancia entre sí y cumplieran con los protocolos establecidos.

El DISPO se prorrogó hasta el 20 de diciembre en otras 13 provincias, mientras que el resto quedaban en ASPO. Para el 24 de diciembre llegaron las primera 300 mil dosis de la vacuna Sputnik V y a fines de ese mes comenzó la vacunación.

Ya al año siguiente, el 17 de febrero de 2021 arrancaron las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires, y en las provincias de Santa Fe, Santiago del Estero y Jujuy.

Tres días después, el 20 de febrero, Alberto Fernández le pidió la renuncia al entonces ministro de Salud, Ginés González García, por el escándalo conocido como "Vacunatorio Vip", y el cargo fue asumido por Carla Vizzotti.

El 11 de marzo de 2021, el Gobierno prorrogó hasta el 31 de diciembre la emergencia sanitaria por la pandemia, y en mayo de 2021 hubo un pico de casos que obligó a volver a una cuarentena estricta durante 9 días, que fue la última en el país.

Al cumplirse un año de la pandemia en el país, el 3 de marzo de 2021, la Argentina sumaba más de 2,1 millones de infectados por coronavirus y 52 mil muertes.

El barbijo y las vacunas contra el Covid- 19

En ese momento tampoco pensamos que el barbijo iba a ser la principal medida sanitaria para evitar los contagios. Casi todos apostaron por el alcohol en gel y la higiene de manos, incluso la OMS.

Y, para la mayoría de las personas, las vacunas aparecían como una ilusión lejana. Pero el desarrollo de las diferentes fórmulas no sorprendió a los científicos, quienes trabajaron “a hombros de gigantes”, con conocimientos que se remontan a la primera vacuna creada por Edward Jenner a fines del siglo 18.

“En abril 2020 ya se calculaba que la vacuna iba a estar lista a fines de ese año. En mi grupo inmunizamos ratones en esos días y demostramos que la proteína S era altamente inmunogénica. Los primeros datos en monos de la Universidad de Oxford (autores de la vacuna de AstraZeneca) y Cansino entre abril y mayo fueron concluyentes”, asegura Ernesto Resnik, argentino experto en inmunología radicado en Minnesota, Estados Unidos.

La campaña de vacunación en Argentina inició a fines de 2020, apenas diez meses después del primer caso nacional. Resnik cree esas primeras dosis de Sputnik V fueron importantes simbólicamente, pero no fueron la solución. Hasta fines de febrero de 2021 se habían aplicado sólo un millón de dosis.

La campaña se aceleró a partir de abril. Resnik asegura que la campaña de vacunación argentina se retrasó debido a la gigantesca ola de mayo en India, debido a la variante Delta, cuando ese país se negó exportar millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca.

Mutaciones y variantes del Coronavirus

En marzo del 2020, tampoco imaginábamos que las mutaciones del virus iban a ser tan rápidas y nos iban a complicar tanto. Al final de cuentas atravesamos casi todo el 2020 sin variantes.

Humberto Debat, virólogo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria e integrante del consorcio Pais que monitorea las variantes del Sars-Cov-2 en Argentina, reconoce que en 2020 nadie esperaba que un puñado de mutaciones generarían versiones del virus con estos “increíbles cambios en transmisibilidad, letalidad y capacidad de evasión de respuesta inmune”.

El futuro de la pandemia

Aquellos pronósticos inocentes estuvieron lejos de la cruda realidad por la que atravesamos estos dos años. Y la pandemia continúa, aunque por el éxito de las vacunas tengamos la sensación de que ya terminó.

Tras dos años de convivencia con el coronavirus, quizás ahora podamos calibrar mejor las expectativas para los próximos años.

Variantes. Los expertos están convencidos de que el virus seguirá mutando en cualquier nicho e individuo que se lo permita. Quizás las variantes no surjan una tras de la otra como cuando los casos diarios se reportaban por cientos de miles. Pero a los humanos hay que sumar otros hospedadores. Si el virus pasó de los animales a los humanos, podemos esperar nuevos saltos.

Vacunas. La ciencia global demostró una gran capacidad para generar vacunas. Es probable que las nuevas variantes requieran ajustes en las fórmulas. Plataformas como las de ARN y de partículas similares a virus son muy flexibles y permiten escalar su producción rápidamente. Pero debe asegurarse que esta capacidad esté disponible en cada región del planeta para evitar desigualdades.

Tratamientos. Con los tratamientos, las desigualdades globales son más marcadas. En 2020, la esperanza estaba puesta en el plasma, una terapia accesible para todo el mundo. La ciencia demostró su ineficacia.

Los anticuerpos monoclonales y los primeros antivirales (remdesivir) no llegaron a todos los países. La segunda generación de drogas (molnupiravir y paxlovid) solo están disponibles en algunos países del primer mundo. EE.UU. anunció este martes su estrategia “testearse para tratarse”. Cada persona que dé positiva a Covid-19 recibirá gratis el tratamiento de paxlovid. Este escenario parece estar muy lejos en Argentina.

Prevención. No hay dudas que el barbijo debería haber llegado para quedarse. Sol Minoldo, socióloga de Conicet y la UNC, cree que la pandemia es una oportunidad para instalarlo como herramienta de la salud pública.

“Aunque están dadas todas las oportunidades, todavía no es lo suficientemente sólido el aprendizaje colectivo respecto de cómo se transmiten y previenen las enfermedades respiratorias”, asegura.

Y agrega: “Hoy está muy instalada la idea de que el uso del barbijo es solo para prevenir Covid-19, y solo para usar en la emergencia sanitaria. Convertir algunas estrategias y usos de la pandemia en aprendizajes para el futuro depende en gran medida de las iniciativas que se tomen desde la salud pública”.