La esperanza de vida en el mundo no para de aumentar. Ya ha alcanzado los 72,5 años de media, subiendo casi 15 años en las últimas cuatro décadas, todo un logro. Este avance se debe a la reducción de la pobreza extrema y a las mejoras en el campo de la medicina, cada vez más al alcance de cientos de millones de personas en todo el planeta.
Sin embargo, a esta nota positiva hay que contraponerle una muy mala noticia: a medida que las enfermedades infecciosas y la desnutrición se reducen, aumentan otras que están directamente relacionadas con un nuevo estilo de vida. En los países desarrollados llevan décadas causando problemas, aunque no ha sido hasta ahora cuando han comenzado a sentirse en países en vías de desarrollo.
El tabaco, principal sospechoso otro año más
En 2016 se produjeron 54,7 millones de muertes, al menos que tengamos registradas. De ellas, nada más y nada menos que 7 millones se debieron al tabaco. Este vicio provoca numerosas enfermedades relacionadas, sobre todo pulmonares y cáncer. Es la principal causa de muerte prematura en el mundo.
Las campañas de concienciación han hecho su trabajo en países como España, donde junto con la crisis han conseguido reducir el número de fumadores. No obstante, hay países en los que la industria tabacalera tiene todo un caladero de nuevos clientes aún por explotar, y eso hacen. De ahí que el número de fallecidos por enfermedades relacionadas con el tabaco aumente año tras año.
Las enfermedades que exportan los países desarrollados
La comodidad es la seña de identidad de los países con un índice de desarrollo alto. Sin duda es una meta deseable para todos aquellos que viven en países con no tanta suerte, aunque conlleva también una pesada carga para la salud. A medida que regiones del mundo somo el sudeste asiático o Sudamérica aumentan su calidad de vida, comienzan a extenderse enfermedades que antes no eran un problema de salud pública.
El sobrepeso y las afecciones relacionadas son las principales. Infartos, diabetes, insuficiencia cardíaca y enfermedades cardiovasculares son las principales, debidas sin duda la facilidad con la que se puede acceder ahora a comida basura en zonas en las que este tipo de alimentacion aún no tiene tan mala prensa.
La malnutrición -que no desnutrición, son cosas distintas- fue la causante del 20% de las muertes el año pasado. No llevar una dieta equilibrada tiene como resultado las enfermedades que hemos mencionado, además de una acentuada pérdida de calidad de vida. Como muestra un botón: las enfermedades cardíacas y la diabetes han aumentado un 19% y un 31% respectivamente en la última década.
La buena noticia: las enfermedades infecciosas y la mortalidad infantil, en retirada
No todo son malas noticias en este estudio científico. Aunque hay enfermedades que aumentan considerablemente año tras año, otras que hasta ahora eran una auténtica pesadilla están a punto de pasar a un segundo plano. Son las infecciosas y la mortalidad infantil, cuya evolución es decreciente en los últimos años.
La malaria o el SIDA han perdido terreno a pasos agigantados. En el primer caso, gracias a la medicina y el tratamiento que reciben cada vez más personas en las áreas geográficas más afectadas. En el segundo, debido a la concienciación hecha en muchos países, principalmente los desarrollados, aunque aún queda trabajo por hacer.
De cara al futuro, queda la lucha por evitar que las enfermedades adquiridas como la diabetes tipo 2 o el sobrepeso se cobren tantas víctimas como las ya casi erradicadas.
Por Jesús Sanchez.