Junto a un grupo de 30 Áreas Naturales Protegidas de más de 600 a nivel mundial, la Biósfera de Ñacuñán fue seleccionada para participar en esta campaña impulsada por la Organización de las Naciones Unidas.
La reserva, cogestionada por la Dirección de Recursos Naturales Renovables y el Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza), fue seleccionada para representar la diversidad de la Red Mundial de Reservas El hombre y la biósfera (MAB: Mand and the Biosphere) en el Foro de Alto Nivel Político en Desarrollo Sustentable de la Unesco, con sede en la Organización de las Naciones Unidas, del 9 al 18 de julio.
En el marco de la propuesta, el video Orgullo de Compartir/Proud to Share fue seleccionado y utilizado en el evento: Ecosoc 2018 (Consejo Socio-Económico de las Naciones Unidas), llevado adelante en Nueva York en los primeros días de junio.
El material fílmico fue producido, grabado y editado por profesionales de la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial y Iadiza, con el apoyo de técnicos y equipamiento de la Universidad Nacional de Cuyo.
El video también será proyectado en la próxima reunión del Consejo Internacional de Coordinación del Programa MAB, 23 al 28 de julio de 2018 en Sumatra, Indonesia. Allí se presentará la estrategia de comunicación global del Programa MAB-Unesco, y quedará para su
reproducción en la página de Facebook #ProudToShare y las redes sociales de la Unesco.
La reserva de Biosfera de Ñacuñán
En 1961, se declara Reserva Forestal por Ley Provincial 2821, abarcando aproximadamente 12.300 hectáreas, con el objetivo de la recuperación del bosque de algarrobo y la investigación biológica.
Inicialmente fue administrada por el Iadiza (Instituto Argentino de Investigación de las Zonas Áridas) y posteriormente se suma la Dirección de Recursos Naturales Renovables. Es la primera reserva creada en la provincia de Mendoza, bajo la denominación de Reserva Forestal, con el propósito de proteger el bosque de algarrobos que había sido sometido a una fuerte explotación en el primer cuarto del siglo XX, con el fin de utilizarlo para abastecer de productos
madereros como leña, carbón, postes y al alumbrado de la ciudad de Mendoza.
Su nombre deriva de la lengua pehuencheneyku-ñan, nombre del último cacique de Malargüe aliado de San Martín, cuyo significado es “águila blanca”.