La inflación golpea a todos pero se ensaña con los más pobres.
En mayo, un matrimonio con 2 hijos menores necesitó $ 30.337,84 para no ser pobre. Es un aumento del 2,9% con relación a los $ 29.493,65 que se necesitaban en abril. En los primeros 5 meses del año, la canasta familiar de pobreza se encareció el 19% y con relación a mayo de 2018 el incremento es del 61,1%, de acuerdo a los datos del INDEC.
De estos números se desprende que la inflación pegó más fuerte sobre los sectores de menores recursos y también sobre los asalariados por cuanto las subas salariales se ubican en torno del 37%, unos 23 puntos por debajo de la variación de la canasta.
Esto explica que la distancia entre el salario y el costo de la canasta de pobreza se hayan aproximado. El salario promedio formal, luego de los descuentos de jubilación y salud, es de $ 33.000, no muy lejos del valor de la canasta familiar mensual.
El salario mínimo es de $ 12.500. Sumando las asignaciones familiares por 2 hijos, y descontado los aportes de jubilación y salud, el trabajador tendría un piso de ingreso familiar de $ 15.000, menos de la mitad del costo de la canasta familiar. En el caso de los trabajadores informales y los subocupados formales, la amplia mayoría tiene ingresos por debajo de la línea de pobreza.
De estos valores se desprende que un gran contingente de gente que trabaja, no sólo en negro sino también en blanco, integren el elevado contingente de personas y familias pobres.
La canasta de indigencia para el mismo grupo familiar es de $ 12.086,78, un incremento mensual del 2%. Entre enero-mayo acumula una suba del 18,5% y 12 meses del 61,7%, superior incluso a la canasta de pobreza.
De esos datos se desprende que en lo que va del año hay un fuerte incremento del número de pobres e indigentes. Se estima que la pobreza supera largamente el 35% de la población urbana. Son más de 14 millones de pobres.
En mayo lo que ayudó a moderar el alza de la canasta de indigencia fueron las carnes y frutas y verduras. En cambio, subieron los precios de la harina y sus derivados, como pan y fideos, y la leche y productos lácteos.
En los últimos 12 meses, según los registros del INDEC para Capital y Gran Buenos Aires, la harina de trigo aumentó el 98,62%, fideos secos el 92,97%, leche fresca en sachet 85,52%, arroz 79,67%, carne picada 65,07%, tomate 108,3%, manteca 87% y papa el 34,14%.
Así, los productos que más consumen los sectores de menores ingresos lideraron los aumentos de precios, a pesar de la caída del consumo por la reducción de los ingresos y del empleo.
Los datos de la primera quincena de junio muestran que los productos de primera necesidad registran aumentos de más del 2,5%, según el relevamiento de la entidad Consumidores Libres en supermercados y negocios minoristas de la Ciudad de Buenos Aires.
Fuente: Diario Clarín