La entidad llamada "El Libertador" tiene más de 30 voluntarios que atienden las emergencias de los habitantes del Este.
Bomberos voluntarios de San Martín que reabrieron hace tres años un antiguo cuartel, realizan rifas y venden empanadas para poder mantener la entidad. Mientras, apagan incendios y atienden urgencias.
El cuerpo de bomberos voluntarios de San Martín fue el primero de la provincia. Fue fundado en 1947, pero cerrado abruptamente en 1955. Actualmente, el lugar, ubicado en la calle Hipólito Bouchard y San Martín, que pasó a llamarse El Libertador, tiene más de 30 hombres y mujeres que atienden las emergencias de los habitantes del Este.
“Acá tenemos necesidades de todo tipo, empezando por el gasto diario: pagamos seguro, luz, gas, agua y compramos nosotros el equipamiento que es bastante costoso. Por ahora, estamos sobreviviendo con las contribuciones voluntarias, venta de empanadas y rifas. Es todo a pulmón”, indicó Mariano Sarmiento, uno de sus fundadores.
La asociación, que fue creada en 2019, espera que se reglamente una ordenanza para que un porcentaje de las tasas municipales vaya destinado al cuartel.
A la par, realizan actividades solidarias, ofrecen charlas de prevención y las escuelas pueden visitar el cuartel. “Somos parte de la sociedad y nos involucramos”, sostuvo.
Vocación de servicio
El personal es heterogéneo, está compuesto por casi la misma cantidad de hombres y mujeres, que van de los 18 a los 45 años.
En el equipo hay profesionales de la salud, albañiles, celadores, docentes y estudiantes de medicina, derecho y técnicos en Seguridad e Higiene.
Trabajan 20 horas semanales, más una guardia obligatoria una vez al mes. Sin embargo, si la situación los excede, todos acuden a la intervención.
“La importancia de un bombero es vital para la sociedad, el 90% del servicio de bomberos está prestado por voluntarios, que lo hacen en forma desinteresada”, sostuvo.
Mariano tiene 25 años y estudia para ser abogado. Hace unos años, cuando fue a ver cómo trabajaba un amigo suyo que es bombero, se enamoró de la vocación de servicio.
Fue tras realizar el curso y vestir el uniforme que decidió, junto a sus colegas, poner en pie el lugar. “Antes del cuartel, se llamaba a los cuerpos de bomberos de ciudades aledañas, como Palmira, pero demoraban 20 minutos en arribar”, contó.
Si bien todas las épocas del año son complejas, entre agosto y septiembre deben acudir a varias intervenciones diarias debido al viento Zonda, sumado a incendios de viviendas en invierno por la calefacción.
En este sentido, Mariano señaló que la muerte y no poder llegar a tiempo cuando un hogar queda reducido a escombros, es una de las situaciones más difíciles que debe afrontar.
“Nuestra misión es salvar la vida y los bienes de las personas. Hay veces que no podemos y sentimos que llegamos tarde. Es una de las emociones más feas, la de no poder cumplir con nuestro propósito”, concluyó el bombero.
Fuente: El Sol